Comida de coCovid
Desde el principio de la pandemia, todos hemos estado consumiendo MUCHO más de lo habitual. Es comprensible, porque muchas de nuestras actividades normales han desaparecido y la naturaleza odia los vacíos, así que lo hemos llenado con ese consumo. Además, ha sido un año estresante y en épocas de estrés nuestro instinto natural es ingerir más.
Por supuesto, parte de lo que hemos consumido era importante, incluso esencial, pero si somos sinceros con nosotros mismos admitiremos que gran parte era pura basura, incluso perjudicial. De hecho, por lo general tendemos a tragarnos las cosas sin pensar dos veces ni en quien lo ha producido ni cómo (volveremos a esto más adelante).
Con la enésima oleada y sus consiguientes confinamientos y restricciones, o levantamiento de, lo más probable es que se repita esa glotonería, así que vamos a tratar algunos conceptos que haríamos bien en recordar cuando consumamos información.
¿Cómo, pensabas que estábamos hablando de comida? Nono, ese tema ya lo tratamos cuando aprendimos los beneficios de no estar controlados por el hambre. Hoy vamos a tratar un concepto parecido pero nos vamos a centrar en la otra mitad de nuestro ser: la mente.
El cuerpo y sus partes
La única constante en la vida es el cambio — Heráclito
En primer lugar, hay una cosa que tenemos que entender: somos lo que comemos.
Literalmente.
Cada minuto de nuestras vidas mueren miles de millones de células por todo nuestro organismo. Afortunadamente, nuestro cuerpo utiliza constantemente los componentes con que lo alimentamos para construir otras células nuevecitas y reconstruirse. La inmensa mayoría de las células que componen nuestro cuerpo hoy habrán sido sustituidas en menos de un año.
Podemos concebirlo como viajar en un barco en el que diferentes partes se van estropeando y hay que reemplazarlas; un día es un tablón, al día siguiente el timón, otro día una vela, etc. Puesto que si el barco se hundiese, nosotros nos iríamos a pique con él, ¿utilizaríamos materiales baratuchos y de mala calidad? ¡Por supuesto que no! Porque si metemos mierda, obtendremos mierda.
Corpore sano ET mens sana
La mente es su propio lugar y, en sí misma, puede transformar un Infierno en Paraíso, un Infierno en Paraíso — John Milton
La comida nutre una parte de nuestro ser. Pero debemos recordar que los humanos somos un Gestalt de cuerpo y mente, así que es igualmente importante controlar lo que metemos en uno como en la otra.
Al igual que nuestro cuerpo siempre se está reconstruyendo con los materiales que le damos, lo mismo ocurre con nuestro cerebro. Los pensamientos que produce y las creencias que mantiene se forman con y basan en los elementos que absorbemos de la cultura a nuestro alrededor, aprendemos mediante interacciones interpersonales interesantes y, muy importante, consumimos voluntariamente a través de cualquier medio, como TV, películas, podcasts, redes sociales y (para algunos frikis) incluso libros.

La lección clave a recordar es que nuestros pensamientos y creencias NO son la realidad objetiva, sino creaciones subjetivas. Solo porque todo el mundo a nuestro alrededor siga ciertos comportamientos, no significa que la vida DEBA, absolutamente, ser de esa manera. De hecho, es más que posible que existan personas que vivan vidas muy felices haciendo todo lo contrario.
He aquí dos ejemplos rápidos que demuestran que prácticamente cualquier modelo mental (y por tanto los comportamientos que genera) resultan ridículos, incluso demenciales, al sacarlos de contexto:
- Pensamientos. Nuestros pensamientos son un dialogo interno del cerebro consigo mismo y un dialogo requiere lenguaje. Sin palabras no se puede describir ningún concepto o idea complejos. Y dado que cada lenguaje tiene una estructura diferente y emplea palabras diferentes, el lenguaje que hablamos literalmente determina las ideas que podemos formar y por tanto nuestra manera de pensar. Por extensión, cada cultura le dará mayor énfasis a unos conceptos que a otros. Por ejemplo, algunas culturas no tienen palabras para los números, de modo que esas personas no pueden expresar cantidades específicas, simplemente dicen “uno” o “varios”. Por lo tanto, les resulta totalmente imposible ni siquiera llegar a concebir la idea de acumular riqueza o perder el tiempo, posiblemente las dos nociones que causan mayor ansiedad al 99% de la población mundial.
- Creencias. Todas las culturas del mundo protegen a ciertos animales (mascotas adorables, patrimonio amenazado o incluso personificaciones sagradas de los dioses), al tiempo que exterminan a otros animales (plagas repelentes, criaturas sucias o parásitos dañinos), y también utilizan otros animales (como comida, productores de recursos, trabajadores esclavizados e incluso entretenimiento). Pero lo fascinante es que las criaturas en cada categoría cambian completamente de una cultura a otra, dependiendo de las creencias con las que se educan los cerebros de esas culturas. Así que, viendo que determinan lo que comemos o no comemos, nuestras creencias literalmente determinan la composición de nuestro cuerpo.
Por lo tanto, dado que nuestras construcciones mentales tienen tanta influencia sobre qué y cómo pensamos, se podría decir que literalmente son lo que nos hacen ser NOSOTROS porque, al fin y al cabo, ¿qué es una persona más allá del cúmulo de sus pensamientos? (da qué pensar…)

Los Problemas
La adversidad es el principal camino hacia la verdad — Lord Byron
Vale, hasta ahora hemos establecido que somos una mezcla de cuerpo y mente, y que nuestra mente se construye y mantiene a base de pensamientos, así que podemos extender el concepto que vimos antes a: Somos lo que consumimos.
Ahora vamos a ver por qué eso debería importarnos.
El principal problema es que la mayoría de las personas obtienen su información, es decir, los pensamientos de los que se alimenta y construye su cerebro, de los medios. Pero tenemos que ser conscientes de que esos proveedores de contenido (periódicos, TV, radio, redes sociales, páginas web, apps) NO son un servicio público y que su objetivo NO es informarnos de la verdad objetiva. Si lo fuese, a veces dirían cosas como “Ayer fue un martes soso y no pasó nada digno de mención. Vayan a dedicar su tiempo a cosas importantes. Hasta mañana”.
Jamás veremos algo así porque esas compañías son empresas comerciales creadas con un único propósito: maximizar beneficios.
Lo trágico es que, tal y como funciona nuestro mundo actual, la economía recompensa a los negocios que producen los mismos efectos negativos sobre nuestra mente que nuestro cuerpo, es decir hacernos adictos a cosas que nos vuelven obesos y nos ponen enfermos (y para más INRI, a diferencia de los productos alimentarios, ese contenido no está sujeto a regulación).
Adicción = Manipulación de Pensamientos
La víctima de la manipulación mental no sabe que es una víctima. Las paredes de su prisión son invisibles para él y cree que es libre — Aldous Huxley
Nuestra mente se compone de ideas, de modo que deberíamos asegurarnos de alimentar nuestro cerebro con el tipo de ideas sobre las que queremos pensar. De otro modo, se alimentará de lo que otros quieran que pensemos. Esto es pura manipulación y, aunque todo el mundo en su interior cree que ellos no pueden ser fácilmente manipulados, esperemos que este artículo consiga reemplazar esa creencia errónea por una más correcta.
La principal razón por la que resulta relativamente sencillo manipular un cerebro humano (incluso desde fuera) es porque ese cerebro es justamente el mismo órgano encargado de detectar cualquier interferencia. Por lo tanto, una forma muy efectiva de influenciar a los humanos es explotando los puntos débiles naturales de sus cerebros: las emociones.
De todas las emociones, aquellas relacionadas con la supervivencia, como la ira el miedo y la excitación, son las más intensas y efectivas a la hora de evitar que el cerebro las detecte y adueñarse de él. Cuanto más nos enfade o asuste o excite una idea, más probable será que nos la zampemos y conservemos, dando vueltas dentro de nuestra calavera.
Esto no tiene por qué ser algo malo, al fin y al cabo hay un motivo por el cual la evolución nos ha dado esas emociones; para hacernos actuar en situaciones de peligro real y perpetuar nuestros genes.
El problema viene cuando esa alarma la activan quienes buscan controlar aquello a lo que le prestamos atención, como los medios cuando intentan preocuparnos para que sigamos consumiendo su contenido, facciones deportivas/políticas cuando intentan enfurecernos contra la oposición para que sigamos apoyándoles y comerciantes cuando intentan hacernos sentir inadecuados para que busquemos llenar el agujero de nuestra alma con su bazofia.
Lo que tenemos que comprender es que ninguno de esos agentes gana dinero presentando las cosas de forma veraz o proporcionada, sino distorsionando la realidad para captar nuestra atención. Literalmente se alimentan de nuestras emociones, como los Dementores de Harry Potter, los Monstruos de Monstruos SA, el Polimorfo de Enano Rojo o Calibán en el universo Marvel.
Naturalmente, como el truco funciona tan bien, TODOS lo utilizan y acabamos con el siguiente efecto negativo.
Obesidad = Sobrecarga Cognitiva
Al igual que nuestros estómagos, a menudo nuestras mentes se ven más dañadas por el exceso que por la falta — Petrarca
Los humanos modernos consumimos demasiada información.
Como dijimos al principio, la pandemia ha sido muy estresante y en épocas de estrés el organismo humano está programado para consumir más. Esto es cierto tanto de nuestros cuerpos como nuestras mentes. Naturalmente, parte de la información que hemos consumido era importante, como aprender acerca de la enfermedad, consejos para protegernos, ideas para trabajar desde casa, qué estaba permitido y qué no durante el confinamiento, etc. Pero la mayoría no fue más que basura inútil, como mirar constantemente la página de Covid de Johns Hopkins para ver las cifras de infecciones/muertes o refrescar las webs de noticias cada cinco minutos esperando obtener una nueva migaja.
El superpoder del Homo Sapiens consiste en ser capaz de acumular y recordar información, no solo la que aprendemos mediante nuestra propia experiencia, sino también la que adquirimos de otras personas cuando nos cuentan sus experiencias. Sin embargo, NO estamos hechos para recibir TODA la información a la vez.
Los humanos tenemos que adquirir nueva información lentamente, durante un periodo largo y con muchas oportunidades de probar y contrastar las cosas a cada paso. Tan solo hace falta mirar a un niño jugando con un juguete nuevo o intentando resolver un problema.
Esto no sería tan terrible si solamente fuese una situación temporal causada por la pandemia, pero seamos sinceros, incluso antes del Covid todos pasábamos una cantidad ridícula de nuestro precioso tiempo consumiendo demasiada información que no servía ningún propósito real en nuestras vidas.
Desde luego sé que yo lo hacía. Y lo sé porque me instalé un programa para registrar el número de veces que abría diferentes apps y webs en mi móvil y ordenador y el tiempo que pasaba en ellas y, aunque me imaginaba que iba a ser mucho, cuando vi las cifras me quedé en shock. Y probablemente tú también te quedaras shockeado si lo haces.
Las ultimas noticias, resultados y rumores deportivos, atracón de Netflix, cotilleos en TV, revisar constante [insertar red social favorita]… no es más que FOMO inútil pero seguro que todos hemos hecho alguna de estas cosas hoy.
Pero este es el equivalente mental de picotear durante todo el día.
Hoy en día, vivimos en un mundo de sobrecarga de información, tenemos una cantidad de información cuasi-infinita a nuestra disposición en cualquier momento pero esa no es la forma en la que hemos evolucionado.
Como todos sabemos, los humanos que consumen demasiado terminan por arruinar su salud. Y ese efecto se multiplica cuando aquello que consumen en exceso no es saludable, lo cual nos lleva al último punto.
Enfermedad = Salud Mental
El hombre no se preocupa tanto por los problemas reales como por las ansiedades imaginarias sobre los problemas reales — Epícteto
Acabamos de ver que la mejor forma de manipular un cerebro humano es activando emociones intensas y que nos bombardean constantemente con este tipo de estímulos.
Pero la cuestión va más allá porque el miedo y la ira son emociones estresantes y, aunque la respuesta de estrés puede ser muy útil a la hora lidiar con una situación concreta, vivir bajo un estrés crónico resulta extremadamente dañino, ya que, a nivel físico, afecta de forma negativa a casi todos los sistemas del organismo, aumenta el riesgo de problemas cardiacos y acelera el envejecimiento. En cuanto al nivel mental, esto contribuye a que las tasas de problemas psicológicos asociados con el estrés, como ansiedad, depresión y hasta suicidios, se hayan disparado en todo el mundo.
Aun peor, no solo estamos viendo un aumento de las condiciones con definiciones clínicas claras que afectan a individuos, sino que hoy en día comunidades humanas al completo también están sufriendo el impacto de esta manipulación emocional constante. Es la progresión lógica del concepto que vimos al principio del artículo, elevada al siguiente nivel de complejidad: al igual que las células compuestas de elementos de mala calidad producen un organismo enfermo, los individuos estresados producen sociedades estresadas. Por eso, no es de extrañar que los niveles de extremismo y división que vemos a nuestro alrededor estén al límite.
El peligro en este caso es que, cuando la tensión aumenta y continua acumulándose, al final un incidente relativamente inocuo puede llegar a causar una reacción masiva y catastrófica, más allá de lo que nadie podría haber anticipado. El ejemplo más típico es el de Gavrilo, un impetuoso chaval de 19 años al que manipularon/lavaron el cerebro con ideas nacionalistas hasta que se calentó tanto que se cargó a un aristócrata y provocó la Primera Guerra Mundial.
Las Soluciones
Si conseguimos definir el problema correctamente, casi tendremos la solución — Steve Jobs
Tras explicar los problemas a los que nos enfrentamos, ahora vamos a ver la parte clave ¿qué podemos hacer al respecto?
Para empezar, ya que hemos establecido los paralelismos entre el cuerpo y la mente, podemos echar un vistazo a las soluciones propuestas para una parte y quizás adaptarlas a la otra.
En su excelente libro Saber comer, Michael Pollan condensa una arroba de estudios científicos en tres reglas sencillas que abordan la triada de adicción, obesidad y enfermedad: 1 Comer comida real (no basura), 2 No demasiada, 3 Mayormente plantas.
Si aplicamos estos conceptos a la comida cerebral, para lograr combatir la manipulación de pensamientos, sobrecarga cognitiva y proteger la salud mental, las reglas podrían ser: 1 Consumir ideas reales (no emociones), 2 No muchas, 3 Mayormente libros.
Ahora veamos cómo podríamos aplicarlas en la vida real.
1 Consumir ideas reales (no emociones)
Las grandes mentes discuten sobre ideas. Las mentes normales discuten sobre eventos. Las mentes pequeñas discuten sobre personas — Eleanor Roosevelt
Si queremos mantener el cerebro sano tendremos que ser muy intencionados con los pensamientos de los que lo alimentamos. Deberíamos asegurarnos de que sean ideas útiles, en lugar de emociones insalubres.
Una forma muy sencilla de hacerlo es cambiando nuestra forma de consumir información. Si obtenemos el contenido mediante un abordaje “pull” (realizar un esfuerzo activo para conseguir algo) en lugar de un abordaje “push” (ser receptor pasivo de cualquier cosa que nos envíen) será mucho más probable que obtengamos resultados basados en nuestros intereses personales.
Consejo práctico: prioriza hacer, ser activo (pull), frente a consumir, ser pasivo (pull), por ejemplo hobbies antes que pantallas. Cuando decidas consumir, prioriza aprender frente a vegetar, por ejemplo Coursera antes que Netflix. Si decides vegetar, prioriza el contenido con alguna información frente a entretenimiento puro, por ejemplo documentales antes que series.
Además, apaga todas las notificaciones de tu smartphone, tablet, navegador, etc (puntos extra si borras esos programas y los reemplazas por otros que registren o limiten tu actividad)[1]. Decide lo que vas a ver antes de encender la tele y no la tengas nunca puesta por defecto. Cancela las suscripciones de todos los medios impresos.
Si no metes mierda en tu cuerpo, tampoco la metas en tu cerebro.
2 No muchas
Lo suficiente vale igual que un festín — Sir Thomas Malory
No deberíamos comer si no tenemos hambre y tampoco deberíamos utilizar la comida como entretenimiento. Del mismo modo, la mayor parte de la información que consumimos cada día resulta completamente inútil.
Es absurdo intentar mantenerse al corriente de todas las noticias, medios sociales, programas de TV, deportes, cotilleos, etc, cada día. Toda esa información no tiene ningún efecto real en nuestro día a día. Es completamente irrelevante para las decisiones que tomamos en nuestras vidas y desde luego no nos hace más sabios o felices.
Consejo práctico: desarrolla el hábito, antes de consumir información, de preguntarte “¿Necesito realmente esta información? ¿Va cambiar algo en mi vida?” Si algo no te está beneficiando, entonces deshazte de ello.
Si te parece que esto es demasiado radical y te estarás perdiendo eventos relevantes, prueba a obtener tu información preguntando a alguien si ese día ha habido alguna noticia interesante y ya verás que a menudo no se acuerdan ni de lo que han leído.
Créeme, si sucede algo realmente importante, te enterarás.
3 Mayormente libros
La televisión me parece muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me voy a otra habitación y me pongo a leer un libro — Groucho Marx
No todo el contenido es igual.
El exceso de información ha creado un entorno en el que solo destaca el contenido más novedoso o extremo. Pero ese tipo de contenido es precisamente el que se centra en menos en impartir información y sabiduría y más en intentar captar nuestra atención.
En cambio, el contenido excelente supera la prueba del tiempo cuando es valioso y este tipo de contenido ha sido preservado en forma de libros, es como Internet hecha con árboles. Los libros antiguos que todavía son muy conocidos y leídos son como productos con cinco estrellas y millones de comentarios.
Los libros son la mejor forma de consumir información porque mientras leemos realmente no podemos hacer nada más y además no podemos acabarlos en unos minutos, así que coger un libro nos obliga a plantearnos si es la mejor forma posible de emplear nuestro limitado tiempo.
Además, para leer un libro hay que invertir un cierto esfuerzo en obtenerlo, incluso descargar un eBook requiere unos cuantos clics, y esa fricción adicional nos concede la oportunidad de pensar si esa información que vamos a dedicar tiempo y dinero en consumir, realmente nos va a beneficiar.
Consejo práctico: por defecto, recurre a leer libros para obtener tu información. O incluso para el ocio, si la alternativa es una pantalla. Y cuanto más antiguos sean, mejor.
Me puedo imaginar lo que estarás pensando y sí, soy dolorosamente consciente de la ironía de usar un blog para recomendar leer menos contenido y especialmente en Internet. Por eso he procurado justificar el valioso tiempo que has dedicado a leer este articulo (¡gracias!) haciéndolo lo más útil posible e incluido los consejos prácticos.
Conclusión
Como dijimos antes, en épocas de estrés, por ejemplo durante una pandemia global, nuestro instinto natural es el de consumir más. Pero en nuestro entorno moderno esa respuesta no solo ha dejado de resultar útil, sino que ahora es explotada por las empresas hasta el punto que nos resulta perjudicial.
Cada uno de nosotros es el responsable último de lo que introducimos en nuestro organismo, porque seremos el que sufra las consecuencias de nuestras decisiones, de modo que haríamos bien en utilizar el juicio y el control con respecto a lo que consumimos.
En el último artículo recomendábamos el ayuno, o como mínimo probarlo, no tanto por los beneficios para la salud del propio ayuno, sino como una forma de cuestionar nuestras ideas preconcebidas y resetear nuestras prioridades.
Hoy queremos sugerir considerar esa misma experiencia para la mente. Probar un ayuno mediático, no consumir ningún contenido, al menos durante un tiempo. Quizá podrías empezar solo con un día, después intentar un fin de semana, después una semana. O quizás restringir únicamente los dispositivos digitales. O quizás solo el móvil.
Si eso te resulta impensable, intenta replantearlo como una elección entre cuerpo y mente. Nada de comida o nada de contenido durante un día ¿cuál de ellos no te puedes ni imaginar dejando? ¿Y qué te dice eso acerca de ti mismo? ¡¿Y dejar ambos al mismo tiempo?!

[1] Aquí apunto algunas que he utilizado, pero fijo que se pueden encontrar muchísimas más:
- Freedom (todas las plataformas). Bloquea webs y apps distractoras.
- Rescue Time (todas las plataformas). Registra el tiempo que se pasa en cada web y programa en todos los dispositivos.
- Space (iOS, Android, Chrome). Registra el uso del smartphone.
- StayFocusd (Chrome). Bloquea webs distractoras.
- Distraction Free YouTube (Chrome). Bloquea la lista de videos recomendados.
Publicado originalmente en http://pensamientospandemicos.wordpress.com el 0 de mayo de 2021.